19.4.09

Rabí Haim David Zukerwar (Z'L): Un solo párrafo, un solo versículo, un solo amigo.



Dice Ítalo Calvino, a propósito de los clásicos, que el término puede entenderse bajo catorce puntos de vista diferentes. El primero es el de esos libros “de los cuales se suele oír decir: “Estoy releyendo…” y nunca “Estoy leyendo…”. El noveno, como “esos libros que cuanto más cree uno conocerlos de oídas, tanto más nuevos, inesperados, inéditos resultan al leerlos de verdad”. Y el penúltimo, “lo que tiende a relegar la actualidad a la categoría de ruido de fondo, pero al mismo tiempo no puede prescindir de ese ruido de fondo”. Tras su inesperado y repentino fallecimiento en Jerusalén, Rabí Haim David Zukerwar (1956 – 2009) deja, entre otras cosas, ocho hijos y dos libros sobre Kabalah que son clásicos en un doble sentido. En todos aquellos de los que habla Calvino pero, sobre todo, son clásicos judíos: no tienen absolutamente ningún sentido en sí mismos, lo esencial queda fuera de sus márgenes. Son medios para un fin, la comprensión de la Torah, en el contexto de una tradición, la Judía, en la que el pensamiento sin acción se transforma en una de las alegorías talmúdicas preferidas de Rabí Haim: una droga de muerte. “Las ideas más elevadas, si no se materializan en actos concretos, acaban por corromperse y corromper a sus adeptos”.